Desde nuestros orígenes, las hermanas de San Pablo, fuimos fundadas para responder a las necesidades de nuestros hermanos, reconociendo en cada una de las personas, la persona de nuestro Señor Jesucristo: “Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; Y le contestarán los justos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? El Rey les responderá: "Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”.
Siguiendo los pasos de Marie Anne de Tilly, nuestra cofundadora:“Consagrarme a Dios, para el bien de la Iglesia y al servicio del prójimo”, continuamos dando a conocer el amor de Cristo por medio de la educación,
la salud y todo tipo de pastoral. Participamos en los programas ministeriales de la parroquia, prestamos servicio y soporte a la comunidad, dando dirección espiritual, y trabajamos en las misiones lejanas.
Somos Hermanas de Caridad, marcadas por el misterio pascual que marcó la vida de nuestros fundadores. Desde los inicios, tenemos preferencia de ir a los lugares donde otras Congregaciones por muchas razones no pueden ir. Respondiendo a las necesidades del mundo.
Servimos a los más necesitados a través de la educación, la salud y todo tipo de pastoral.
Las Hermanas de San Pablo con la mayor sencillez, con la decisión de no creernos más que los demás. No olvidaremos jamás que nuestra comunidad no ha sido establecida sino para suplir en la diócesis lo que otras comunidades más considerables no pueden emprender para la instrucción de los niños y el alivio de los enfermos; que no existe, por decirlo así, sino para ir espigando detrás de ellas.
Espigamos detrás de otros, es decir aceptamos cualquier tipo de trabajo sin quejarnos y estamos disponibles para aceptar los trabajos que otras Congragaciones no pueden emprender por diversos motivos. Para la gloria de Dios.
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